Los que tenemos una cierta edad si echamos la vista atrás recordaremos cuando éramos niños la sensación de entrar en casa un día de lluvia, en invierno y rápidamente acercarnos a la cocina de hierro en cuyo fogón ardía la leña y entrar en calor, incluso secar nuestra ropa, merendar y hacer los deberes en la cocina, el verdadero centro del hogar, punto convergente alrededor del cual se desarrollaba la vida familiar.
Desde Aislapared, empresa de aislamientos en Pontevedra, os invitamos a recordar también como en nuestras habitaciones frías, había que calentar la cama con una bolsa de agua caliente o incluso una simple botella de gaseosa que, si tenías la mala suerte que se te abría el tapón y se derramaba el agua, esa noche tocaba dormir con la cama mojada.
El aire se colaba por las rendijas de las ventanas de madera y en el cristal simple escribíamos o hacíamos dibujos con el dedo aprovechando el vaho. Las corrientes de aire eran constantes, las puertas de entrada no eran estancas y el aire se colaba por debajo.
Las paredes estaban pintadas con colores alegres que nuestros mayores solían renovar cada dos o tres años pintando en primavera con agua y cal tintada in situ con unos polvos que se compraban en la ferretería y se añadían a la pintura. Tocaba quitar los posters de las paredes que en algunas casas tapaban literalmente todas las paredes del dormitorio.
Así era como nuestras casas, tenían un punto central y cálido, la cocina y el resto era frío y muy ventilado, las paredes no tenían tanto moho y si lo tenían no le dábamos demasiada importancia, se tapa con un póster y ya pintaremos para la próxima primavera. En los armarios las bolsitas de alcanfor disimulaban la peste a humedad de la ropa y llegando el verano todo cambiaba y lo que era frío pasa a ser caluroso, insoportablemente caluroso, noches pegajosas imposible de conciliar el sueño que hacían que deseáramos que volviera pronto el invierno.
Pasan los años y mejoramos nuestras vidas, incorporamos electrodomésticos y cambiamos las ventanas y pusimos radiadores en todas las habitaciones y conseguimos elevar la temperatura de la casa hasta los 20º si tenías una buena caldera, pero claro, al poco tiempo de apagarla la temperatura vuelve a bajar y no es cuestión de tener la caldera encendida 24 horas así que la encendemos en ciertas horas y volvimos a cambiar las ventanas, esta vez perfectamente estancas y con rotura de puente térmico y cristales adecuados.
¿Por qué sigue habiendo humedad?
Pero extrañamente chorrea la humedad y precipita empapando la bonita pintura satinada que compramos hecha y el moho aparece y se desarrolla de tal modo que ni las frecuentes limpiezas con lejía lo eliminan y compramos otro deshumificador que nos extrae litros de agua del ambiente y ponemos una caldera más potente y entramos en un bucle donde nuestras paredes impasibles, estoicamente se comportan según las leyes de la física, funcionando como condensadores que atrapan la humedad del ambiente e invitan a las esporas del moho a desarrollarse, puesto que les ofrecen condiciones óptimas: humedad y temperatura.
Ese es el motivo por lo que el moho actualmente es mucho mayor que en décadas pasadas; nuestras paredes condensan el agua del ambiente y la temperatura del aire que conseguimos con la calefacción favorece el moho. Si unimos esto a que la pintura sea poco transpirable, nuestras ventanas sean estancas y que pasamos mucho más tiempo en los dormitorios e incluso con mascotas, el contraste térmico en un mismo plano; la pared, el interior más cálido y la cara de la pared que da al exterior, a la cámara de aire donde circula el aire a una temperatura mucho más baja hace que cuando la humedad relativa alcance un cierto nivel se llega al “punto del rocío” donde se condensa y se convierte en agua que puede llegar a precipitar.
Por eso es tan importante aislar las paredes térmicamente porque al interponer un aislante que impida la transmisión de temperatura en el plano de la pared ya no se condensa el agua en su superficie eliminando la humedad por condensación y por lo tanto las esporas del moho ya no tienen las condiciones adecuadas lo que impide su desarrollo, si además el material aislante es transpirable pues mucho mejor, aunque esto lo podemos dejar para próximos artículos donde veríamos las diferencias entre diversos aislantes y los modos de tener nuestras casas ventiladas y confortables sin tener que malgastar energía.
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El verano es la mejor época para aislar una vivienda por ello desde Aislapared te animamos a que te pongas en contacto con nosotros y mejores el confort de tu vivienda tanto en los meses de calor como en los meses de invierno.
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